PUBLICIDAD
Decíamos que todos los estratos sociales, del más alto al más bajo, hace valer su propia elección a la hora del consumo, el poder cultural de LO NUEVO, el gusto por lo nuevo, acceder a las posibilidades de elección entre las opciones presentadas. En este contexto la publicidad parece una actividad con excelente porvenir ya que las marcas se encuentran instaladas en prácticamente todo nuestro entorno.
La publicidad, una forma socialmente legitimada de comunicación ha logrado acceder a una consideración artística, ha ingresado en los museos y las exposiciones, en los concursos y los ciclos de exhibición.
La publicidad inclusive ha dejado de estar ligada solo a los productos y se ha involucrado con los gobiernos y los partidos políticos, generándose la forma de publicidad de servicios, de causas de interés general y también de promoción de candidatos políticos. Con la publicidad la comunicación queda incorporada a las redes de la Forma Moda, ya no como una herramienta de manipulación sino como un factor más de lo superficial y de la seducción.
Se basa en un arma clave: la sorpresa. La publicidad debe ser una comunicación inesperada y para ello se vale de la originalidad, el cambio permanente y el mensaje efímero. Una forma a la que ha recurrido tradicionalmente la publicidad es a transmitir afirmaciones con pretensiones de verdad en la boca de estrellas y personas de prestigio en la sociedad, por eso puede afirmarse que la publicidad está más allá de lo verdadero y lo falso y se ha relacionado con el concepto de “verosímil” y no el de verdadero.
La publicidad no necesita ser cierta, necesita ser creíble, no necesariamente verdad. La idea de que la publicidad es una afirmación con visos de certezas ya no responde al modelo actual, hoy se prefiere más que una publicidad que afirma una supuesta verdad basándose en el humor, el asombro o la diversión. Se busca una comunicación publicitaria chispeante, delirante, fantástica, extravagante, conceptos todos que se resume en uno: CREATIVA.
De este modo la publicidad de hoy convierte productos en “seres vivientes” y crea marcas con “personalidad” y “carácter”. No se trata de enumerar las prestaciones y las ventajas de un producto o un servicio sino comunicar la “personalidad de marca”, humanizar la marca, darle un “alma”, de eso se encargará el marketing y la publicidad.
A las audiencias las seduce una publicidad original y espectacular, donde la realidad quede suspendida momentáneamente. La publicidad debe poetizar el producto, la marca debe idealizar lo que es ordinario, y como la publicidad está destinada a SEDUCIR, el arma fundamental es la belleza, y esta está especialmente presente en la publicidad, a través de imágenes depuradas y líneas de diseño.
A partir de ello es que puede decirse que “la publicidad es el cosmético de la comunicación”, porque se dirige fundamentalmente al ojo del espectador, es promesa de belleza, es seducción por apariencia. Para seducir todo tipo de recursos son utilizados: juegos de palabras, aliteraciones (repetición de un sonido en una misma frase de forma reiterada), redoblamiento de sílabas (como si se tratase de lenguaje infantil), doble sentido, oximorones (frases que contienen conceptos contrapuestos entre sí), filmes emotivos o fantásticos. La publicidad no se limita al sentido de realidad, transgrede los límites de lo real en su creatividad. Vivimos en tiempos de búsqueda de placer y necesidad de expresión personal, por lo cual la fantasía, la originalidad, la ruptura de estereotipos son expresiones muy actuales y todas ellas forman parte de la publicidad, y es por ello que la publicidad es una forma de comunicación muy de acuerdo con los gustos de nuestro siglo XXI por la autonomía, la calidad de vida, la diferencia y el disfrute. Al igual que la moda la publicidad está hecha para ser olvidada, es un producto biodegradable, desaparece sin dejar rastros. Podemos definir dos posturas frente a la publicidad: o una primera postura que entiende a la publicidad como un instrumento que dirige y moldea las necesidades, que guía los comportamientos desde fuera y trampea la libertad de los consumidores. Esta postura entiende a la publicidad como coerción, como presión, como elemento que fuerza la voluntad de las personas más allá de sus deseos o una segunda postura, más novedosa, que vincula a la publicidad con la comunicación, y por lo tanto con la seducción y con la diversión lúdica. Esta segunda postura entiende que la publicidad no intenta reformar al hombre y sus costumbres, sino que lo toma tal cual es, incentivando una sed de consumo que YA existe a partir de las ideas de bienestar y de innovación, proponiendo continuamente nuevas necesidades. Por eso es que la publicidad no solo se limita al terreno del consumo, sino que cada vez es más utilizada a fin de promover toma de conciencia de los ciudadanos y un cambio de actitudes sobre diversos temas de trascendencia como el consumo de drogas, de alcohol, la violencia de género, los accidentes de tránsito, el sexo seguro, etc.
En estos casos las campañas no recurren al adoctrinamiento sino al humor y la ocurrencia, intenta no proclamarse como la palabra JUSTA o VERDADERA, sino que se ocupa de sugerir a ciudadanos concientes la gravedad de estos problemas, en sintonía con una sociedad que valora el encuentro, la flexibilidad, el cambio, la autonomía, una sociedad que cree más en la autocorrección de las conductas que en el adoctrinamiento.
En estos casos, al igual que en las publicidades de productos, no se trata de crear lo que no existe sino de impulsar comportamientos que de algún modo están latentes en la sociedad, pero insuficientemente practicados. Pero sea cuál sea la postura frente a la publicidad debemos coincidir en que su peor condición es la de intentar hacer comprar tal marca, un dato vital para las empresas pero totalmente menor para la vida común de las personas. Por eso el “poder” de la publicidad es superficial, momentáneo, un instante en el que el público asume la novedad sin demasiado compromiso, un poder sin consecuencias, por eso no suena demasiado real la acusación que se hace a la publicidad de ser una expresión totalitaria. La publicidad no tiene esa fuerza que se suele suponer, la de aniquilar la reflexión, solo tiene poder en el “tiempo efímero de la moda”. Se dice que aplana los cerebros, que uniformiza los gustos, que atrofia la facultad de juzgar de las personas; pero lo único cierto es que la publicidad puede generar mayores ventas de un producto, apoyándose en la cultura del consumo y la búsqueda urgente del placer, porque solo gracias a este aspecto hedonista de nuestra cultura actual se activa la búsqueda de personalidad y autonomía, porque la publicidad intenta promover la individualización. La publicidad puede generar en un principio cierta masificación del gusto, pero a mediano plazo estimula la desestandarización, la búsqueda de la diferencia, de lo distintivo de cada uno. Actúa sobre el deseo provocando su apertura y su urgencia, un deseo móvil y abierto, engendra el deseo moda y deja atrás la culpabilización por el consumo, glorifica las novedades, desculpabiliza la compra, libera el fenómeno del consumo. La esfera política también se ha subido al tren de la estética publicitaria, del look.
En Estados Unidos ya en 1950 comienza a adaptarse la comunicación política con los principios, las técnicas y la estética publicitaria. El marketing comercial cede sus instrumentos al marketing político, y así como el marketing comercial no intenta lavarle el cerebro a nadie sino vender un producto, el marketing político no intenta convertir ideológicamente a nadie sino de vender un candidato. Se abandona la machacona mecánica de la propaganda política para abrazar el espíritu de SEDUCCIÓN de la comunicación publicitaria. Para dar forma a esa seducción se recurre a la vida privada del candidato, a las entrevistas suaves, la atracción emocional, la sonrisa. Se recurre a la creatividad y el humor del publicista con una clara tonalidad afectiva y emocional. No es suficiente decir “la verdad”, sino que hay que decirla con imaginación y humor. De nuevo, no se persigue la Verdad sino ser Creíble. Se pretende un político que moldee una personalidad mediática, no se acepta que no sea seductor y distendido, se da forma a la política espectáculo, La política espectáculo tiene dos vías de análisis posibles: la primera pensar que elude los problemas de fondo, sustituye las ideas por el encanto personal y la emoción por sobre el razonamiento, infantilizando al ciudadano que se descompromete con la vida pública. Los discursos políticos según esta perspectiva se vuelven lavados, se eluden los temas importantes de tal manera que todos los candidatos, de derecha o de izquierda, parecen decir lo mismo, porque no importa mucho el contenido de los discursos sino la forma. El segundo análisis posible prefiere ver que la seducción contribuye a fortalecer las instituciones democráticas, ya que al aportar una forma espectacular para la comunicación el discurso político se hace menos aburrido, menos “extraño”, más atractivo; lo cual aumenta el acercamiento del ciudadano a la política. La Forma Moda según esta segunda perspectiva, entra de lleno en esta perspectiva sobre la comunicación política ya que amplía la difusión de lo político, la seducción suavizaría los debates, bajaría a los políticos de los pedestales y los acercaría al común de la gente.
Definiciones
Veamos algunas apreciaciones sobre en qué consiste la publicidad.
La Publicidad no crea las ventajas del producto, solamente las refuerzo (William Bernbach)
La Publicidad es la mayor forma artística del siglo XX (Marshall Mc Luhan)
La Publicidad, cuando es realmente buena, la entienden y la disfrutan todos” Miguel Daschuta
La Publicidad no es una ciencia, es persuasión. Y la persuasión es un arte. (William Bernbach)
Es más fácil escribir diez pasables y efectivos sonetos, que crear una publicidad efectiva (Aldous Huxley)
La Publicidad afeita al que no se afeita (Ramón Gomez de la Serna)
Si Shakespeare viviera hoy trabajaría en una agencia de publicidad. (Marshall Mc Luhan)
Hacer la Historia de la Publicidad es también hacer la historia de los medios, del consumo, de los cambios de hábitos sociales a lo largo del tiempo.
El hedonismo de género
Mientras en el modelo de consumo los sectores ocio y turismo han ido teniendo cada vez más peso la publicidad ha ido representando contextos que escapan del tradicional binomio casa/trabajo. Justamente, los valores asociados al ocio y al turismo se han extendido con éxito al argumentario publicitario en la medida en que ofrecen una escapada ilusionante a la cotidianidad laboral o doméstica. En este giro estratégico ya no tiene sentido vender un ordenador como una herramienta de trabajo, sino como un espacio de diversión multimedia con conexión a todo lo que ofrece Internet. En la misma línea, la lavadora deja de ser, en el prometedor mundo publicitario, un aparato útil en la gestión (todavía fundamentalmente femenina) de la familia, para terminar siendo una máquina liberadora de tiempo que permite orientarnos a otras actividades, fundamentalmente de ocio. Pero el momento de hedonismo ligado a estos productos también muestra rasgos de género reveladores: los anuncios orientados a las mujeres suelen pivotar en la salud, el descanso o de nuevo, la estética bajo supervisión patriarcal. Por ejemplo, un reciente estudio muestra que en los spots de perfumes de los últimos 20 años, un producto que podría haber incluido un discurso hedonista liberador, predomina sin embargo el rol tradicional de la mujer como pareja o esposa (García et al., 2011).
Cuando las empresas anunciantes presentan a las mujeres propuestas para la desconexión con lo social, basadas normalmente en el relax, el descanso o el cuidado del cuerpo, potencian frecuentemente la presión social a través de la dictadura de la estética. Así, el espacio simbólico de la estética entronca con el de la presencia social, y en muchas ocasiones los productos anunciados prometen hacerlos confluir: el masaje relajante que te desconecta momentáneamente de la sociedad y el masaje anticelulítico que te permite aspirar a los cánones estéticos que la misma presión social proyecta.
La publicidad que aborda la desconexión social en clave “mujer: tu momento hedonista”, no lo hace proponiendo ningún nuevo reparto de la gestión de los cuidados, las tareas sociales o los modelos de consumo/ocio, sino como otro producto más de consumo en forma de sesión de spa, escapada de fin de semana para dos o sillón de masaje Shiatsu.
Mientras, la publicidad masculina se orienta a la aventura, el deporte, la tecnología y el mundo del motor, pero el control social de estas actividades es menor: el hedonismo masculino, a pesar de posicionarse en un mayor individualismo, se justifica como un espacio de liberación tradicionalmente consentido. Ese planteamiento individualista, que llega a presentarse en ocasiones como valores antisociales, entronca mejor sin embargo con un argumentario publicitario que ve en el hedonismo una buena estrategia comercial: “Libera el individualista que hay en ti”, dice el anuncio de un Cadillac todoterreno cuya compra es difícilmente justificable en base a la necesidad real de su uso como medio de transporte, básicamente en entorno urbano.
La guerra de sexos publicitaria
Una joven muestra a sus emocionadas amigas el nuevo vestidor que tiene su piso. Mientras ellas se abrazan y chillan llegan gritos del otro lado de la casa: su pareja masculina también está enseñando a sus amigos una habitación-frigorífico repleta de latas de cerveza. Heineken utiliza en este spot una nueva versión de la guerra de sexos con final feliz para ambos (aunque quien ríe el último, ¿cómo no?, es el joven consumidor de cerveza).
Desde hace décadas, la guerra de géneros ha sido una de las estrategias preferidas por anunciantes y publicistas para reforzar una supuesta identidad de colectivo y mostrar las especificidades de cada género como distintas, incluso irreconciliables y opuestas. Más allá de la tradicional polarización de escenarios mujer-casa y hombre-espacio público, la guerra de géneros redunda sobre todo en aspectos anecdóticos, supuestamente incomprensibles para el otro sexo: «como eres mujer no comprendes lo importante que es para un hombre tener un almacén lleno de latas de cerveza». Pero como en la clásica polarización de géneros, este reduccionismo también acaba «confirmando el orden social existente» (Balaguer, 1985): en los últimos años la guerra de géneros es presentada por los anunciantes como una suerte de feminismo publicitario, un cambio de foco hacia los “verdaderos” gustos de las mujeres. Sin embargo, y a pesar de la readaptación constante al público joven (eterno target preferente de la publicidad), en el spot de Heineken lo importante no ha cambiado: parece que a las mujeres lo que sobre todo les sigue preocupando es la moda. Como explica el Instituto Andaluz de la Mujer (2003), este tipo de guiños a la mirada femenina tienen «la función específica de crear un espacio de complicidad cuya última finalidad no es otra, precisamente, que la de diluir el potencial de las verdaderas disidencias». Frente a valores como la cooperación o el reparto justo de las tareas sociales, la guerra de géneros promueve, normalmente con tono desenfadado y humorístico, valores antisociales a través de una supuesta naturaleza de género irreconciliable. Pero el recurso humorístico esconde, una vez más, un grave problema de desigualdad que la guerra de géneros hace pasar por inexistente.
La publicidad
La idea de estos textos es que podamos tener una mirada critica sobre lo que vemos en los medios de comunicación. Poder visualizar ,atraves de una reflexion, cómo naturalizan ideas que luego repetimos en nuestros hogares entre amigos, etcétera.
Tras la lectura del texto que habla de "La Publicidad", "El hedonismo de género", "La guerra de sexos publicitaria", responder.
1. ¿ cómo es una publicidad creativa? De los ejemplos presentados ¿ cuálcree que coincide con este concepto? Justifique.
2. ¿ cómo se aplica la idea de Seducción en la publicidad? De los ejemplos presentados ¿ cuál cree que coincide con ésta pregunta?
3. ¿ por qué una publicidad "no necesita ser cierta sino creíble"?
4. Respecto de los textos "El hedonismo de género" y "La guerra de sexos publicitaria" utilizando losnejemplos compartidos ( videos publicitarios) ¿cree que ocurre lo que plantean esos textos?¿ cuál de ellos? Justifique.
Las preguntas que siguen son una ayuda para poder realizar un análisis del anuncio.
¿Quiénes son los protagonistas del anuncio? ¿Cuántas mujeres y cuántos hombres aparecen ? ¿Cuántas mujeres y hombres se escuchan como voz en off? ¿Qué producto se anuncia? ¿a quién\es está dirigido esa publicidad?
En muchos anuncios hay elementos simbólicos que perpetúan una «dominación implícita» sobre las mujeres, ¿ocurre en el anuncio analizado?
Decía el publicista Oliviero Toscani que la publicidad se basa en un modelo «adulterado e hipnótico de la felicidad», ¿el anuncio analizado espera de las mujeres que sean más felices a través del producto o servicio anunciado? ¿Qué características hacen deseables a las mujeres que aparecen en el anuncio analizado y qué debería sacrificar o cambiar una mujer si quisiera acercarse a esos modelos?
Los vídeos que les comparto como ejemplos para analizar son:
Renault Kwid. Gorila sueña que se enamora y engaña.
Oreo, cuando esto termine que no termine.
La llama que llama. Carozzo.
Ford Focus. Tres cortos.
Tres publicidades de Skip. Nuevo. Líquido. Me encanta.
Quilmes, cerveza. Volvamos.
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