sábado, 21 de marzo de 2020

Clases 1, 2 y 3 FILOSOFÍA 6TO A, B Y C. Prof. Juan M. Herrera

Clase nro 1. 
¿Que es filosofía? 

Urgencia y presencia de la filosofía*

Dice el pensador y ensayista español que ninguna educación puede soslayar a la filosofía, pues esta disciplina concierne a la actividad central de los seres humanos y busca dar respuesta a interrogantes trascendentales.

Desde hace varios meses, con motivo de amenazadoras reformas en los planes de bachillerato, se habla en España de filosofía. Es un poco triste que la filosofía sólo logre ser noticia como asignatura, pero buena será esta ocasión para plantearnos unas cuantas cosas acerca de esta vieja destreza intelectual. La cuestión de cómo ha de enseñarse la filosofía no creo que pueda separarse de algo previo: qué es para nosotros la filosofía y para qué consideramos que debe figurar de algún modo en los planes de estudio de todos los adolescentes, tanto los que van a estudiar letras como los que se preparan para abordar carreras científicas.

Porque es evidente que hay por lo menos dos modos de acercarnos a una disciplina que tiene una larga tradición y que también se sigue practicando en nuestros días. Tomemos por ejemplo, el caso del arte. Si queremos que se inicia a los bachilleres en este tema, podremos incluir una asignatura de historia del arte en sus asignaturas, en la que se estudien los grandes maestros del pasado, sus obras más notables y la sucesión de los estilos hasta el presente. Pero también podríamos optar por darles una formación elemental aunque sustantiva en alguna de las artes (pintura, música, cine…) que les permitiera comenzar a desarrollarse talento artístico. Por lo general se prefiere la primera de estas soluciones, dejando el segundo tipo de formación como algo optativo y complementario, entendiendo que toda persona culta debe conocer la tradición artística, pero no todo el mundo ha nacido para pintor o para músico.

Pues bien, en el terreno filosófico también se nos presentan estas dos opciones. Con la importante diferencia de que uno puede comprender la historia de la pintura o de la arquitectura sin practicarlas, pero no se puede entender el sentido de la tradición filosófica sin practicar al mismo tiempo un poco la tarea de filosofar. Y otra diferencia: como el tema de la filosofía es el arte de pensar y es el pensamiento racional lo que los humanos tenemos en común, nadie puede declararse radicalmente exento de vocación filosófica. Las artes plásticas son manifestaciones insoslayables de la creatividad humana, pero cabe disfrutarlas como simple espectador.

La filosofía se refiere a la parte central de los humanos en cuanto tales y por tanto ninguna educación puede soslayarla, ni siquiera enseñarla como una tarea emprendida por otros y que puede ser admirada sin participación activa del educando. La historia de la filosofía es ya filosofía, actividad filosófica, o resulta imprescindible; pero la filosofía no puede provenir de la mera historia sino que tiene que convertirse en biografía de quien se acerca a ella, so pena de reducirse a pedantería ociosa y artificiosa, es decir, repertorio de venerables tecnicismos. Es por cierto tal pedantería la culpable en buena medida del relegamiento actual de la asignatura filosófica en los planes de estudio… Intentemos ahora con toda ingenuidad esbozar las urgencias biográficas que hacen imprescindible la presencia histórica de la filosofía en la enseñanza.

Hace tiempo, en el coloquio tras la charla que acababa de pronunciar una muy inteligente antropóloga argentina amiga mía, un oyente juvenil exclamó estrepitosamente: “¡pero no me negará usted que esta vida es un asco!” Y mi amiga repuso sin inmutarse: “¿comparada con qué?”. Esa pregunta, utilizada como respuesta, me parece un estupendo ejemplo de manifestación filosófica. Para empezar, tiene un benéfico efecto curativo: sirve para librarnos de un tópico fantasmal, de un falso dogma acongojante, de un brindis a la sombra depresivo y quizá mañana represivo. Pero, además plantea una inquietud muy legítima, un problema que no parece tener ninguna utilidad inmediata, pero que, sin embargo, está lleno de sentido, un interrogante que no se resuelve con una simple contestación sino que se remite a otras muchas cuestiones: ¿podemos juzgar si la vida vale o no la pena? ¿Tiene la vida tuya y mía un valor determinado o todos los valores los determina la vida? ¿Hay formas de vivir mejores o peores? ¿Por qué? ¿Nos preocupa lo que la vida es, lo que podría ser o lo que debería ser? ¿Qué podría ser la vida y aún no es o ya no es? ¿Qué significa decir que la vida no es lo que debería ser? Etcétera, etcétera…

Al conjunto de preguntas como éstas o, aún mejor, al afán de preguntar cosas así es a lo que llamamos filosofía. Son preguntas enormes, radicales, absolutas, como las que planteen los niños antes de que los domestiquen en el colegio a las de los borrachos a las cuatro de la madrugada. Son preguntas imposibles, como las que se hace uno en el entierro de un ser querido o las que susurran los enamorados, mirándose a los ojos: “¿me quieres?”. Las grandes preguntas son de la vida y de la muerte, los interrogantes de la violencia y del amor. A lo largo de los siglos los filósofos han vuelto a plantearlas una y otra vez, ofreciendo cada uno sus respuestas peculiares y contradiciéndose unos a otros. Ante el desbarajuste de tanto diversidad, algunos pueden pensar que la filosofía es un galimatías del que no hay forma de sacar nada en limpio.

¿Se saca algo en limpio de la filosofía? Pues sí, al menos algo muy importante: las preguntas mismas. Los filósofos se contradicen en las respuestas, pero se confirman unos a los otros en las preguntas. En filosofía las preguntas varían y se enredan unas con otras, pero las preguntas vuelven una y otra vez, quizás planteadas en un modo algo más rico o sutil. Son las preguntas de nuestra vida, el catálogo esencial de nuestros “¿por qué?”. En el centro, las que las condensa todas, las que nadie humano –es decir consciente y racional- puede dejar de hacerse: “¿qué significa todo esto (la vida, la muerte, lo que nos pasa, los demás, las cosas, el tiempo, el miedo, el gozo, la pena…)?”.

Pero, ¿para qué sirve hacer unas preguntas a las que nadie por lo visto logra dar respuesta (que por cierto también es filosófica)? Se le pueden dar como réplica nuevas preguntas: ¿por qué todo debe servir para algo? ¿Tenemos que servir para algo cada uno de nosotros, es decir, es obligatorio que seamos siervos o criados de algo o de alguien? ¿Acaso somos empleados de nosotros mismos? A lo mejor hacerse las grandes preguntas sirve precisamente para eso: para demostrar que no siempre estamos de servicio, que también alguna vez podemos pensar como si fuésemos amos y señores.

Fernando Savater
*Artículo publicado en LA NACIÓN, Buenos Aires, domingo 29 de octubre de 1995
CUESTIONARIO:
1) Explicar con tus palabras que es filosofía.
2) ¿Que entiende Fernando Savater por filosofía?
3) ¿Porque las preguntas son importantes en filosofía?
4) Escribe cinco preguntas filosóficas. 

5) Buscar y explicar las disciplinas filosóficas "ética", "gnoseología", "estética" y "filosofía política". 


Clase nro 2.

EL ORIGEN DEL FILOSOFAR. 

¿Qué da origen a la filosofía?



Texto 1

“Los hombres comienzan y comenzaron siempre a filosofar movidos por el asombro (θαυµα [thaüma]); al principio, admirados ante los fenómenos más comunes ; luego, avanzando poco a poco y planteándose problemas mayores , como los cambios de la luna y los relativos al sol y a las estrellas, y la generación del universo. Pero el que se plantea un problema o se asombra, reconoce su ignorancia (por eso también el que ama los mitos es en cierto modo filósofo; pues el mito se compone de elementos asombrosos). De suerte que, si filosofan para huir de la ignorancia, es claro que buscaban el saber en busca del conocimiento, y no por alguna utilidad. Y así lo atestigua lo ocurrido. Pues esta disciplina comenzó a buscarse cuando ya existían todas las cosas necesarias y las relativas al descanso y al confort de la vida. Es, pues, evidente que no la buscamos por alguna otra utilidad, sino que, así como llamamos hombre libre al que es para sí mismo y no para otro , así consideramos a la filosofía  como la única ciencia libre , porque es la única que existe para sí misma.”

Aristóteles, Metafísica, 982b 11-18.



Texto 2

“Una vez que se ha satisfecho el asombro y la admiración, con el conocimiento de lo que existe, pronto se anuncia la duda. A buen seguro que se acumulan los conocimientos, pero ante el examen crítico no hay nada cierto. Las percepciones sensibles están condicionadas por nuestros órganos sensoriales y son engañosas o en todo caso no concordante con lo que están fuera de mí. Nuestras formas mentales son las de nuestro humano intelecto, se enredan en contradicciones indisolubles. Por todas partes se alzan afirmaciones frente a otras. Filosofando me apodero de la duda, intento hacerla radical, más, o bien gozándome de la negación mediante ella, que ya no respeta nada, pero que por su parte logra dar un paso más, o bien peguntándome dónde estará la certeza que escape a toda duda y resista ante toda crítica honrada.
La famosa frase de Descartes “Pienso luego existo”, era para él indudablemente cierta cuando dudaba de todo lo demás, pues ni siquiera el perfecto engaño en materia de conocimiento, aquel que quizás ni percibo, puede engañarme acerca de mi existencia mientras me engaño al pensar.
La duda se vuelve como duda metódica la fuente del examen crítico de todo conocimiento, De aquí que sin duda no se da ningún verdadero filosofar. Pero lo decisivo es cómo y dónde se conquista a través de la duda el terreno de la certeza.”

Jaspers, K. La filosofía (1949), FCE, p. 15.



Texto 3

“Entre los griegos predominó la percepción del origen en el asombro, heredero de la modernidad, fue posible reconocer otro origen de la filosofía, la duda;(…). En la actualidad, es posible extender y concentrar los orígenes del filosofar en la insatisfacción y el descontento frente  a lo dado. Sin embargo, no pensamos en estos factores como un origen inédito –ni los transformamos en excluyentes-:Aristóteles y otros filósofos también originaron su insatisfacción frente al estado de cosas de su época. Cualquier aparente “origen” no es, obviamente, una condición suficiente para la filosofía o el filosofar, pero marca los detonantes de un tiempo y un lugar.”

Cerletti, A. y Kohan, W, La filosofía en la escuela, UBA, 1997.



Cuestionario: 

1) Explicar los tres orígenes del filosofar.

2) ¿Porque se origina el filosofar según el filósofo Aristóteles y como considera a la filosofía?




CLASE 3.
La relación de la filosofía con el conjunto de los saberes.

1) Explicar la diferencia entre filosofía y ciencia. 




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